Cuándo dejar las papillas y empezar a dar alimentos blandos a tu bebé

Julia, muy ilusionada, empezó a dar alimentos sólidos a Nico, su bebé, a los seis meses. Nico comía como un campeón y aprendió muy deprisa a tomar con cuchara los cereales enriquecidos con hierro. Según fue creciendo, Julia empezó a combinar la leche materna con papillas, para equilibrar mejor la dieta de Nico. A los ocho meses, Nico cada vez esperaba con más impaciencia las cucharadas de papilla. Ahora, los diez meses, Nico sigue pidiendo más incluso después de comerse tres cuencos de papilla y su madre se pregunta por qué su hijo tiene tanta hambre y nunca parece quedar saciado.

Empezar a dar papillas a nuestro bebé a los seis meses es una experiencia maravillosa. Nos encanta ver cómo sus lenguas pequeñitas aprenden a mover la comida de delante hacia atrás para poder tragar. Tan pronto como dominan esta técnica, los padres empiezan a introducir otros alimentos hechos puré, como verduras y frutas primero y, más tarde, fuentes de proteína tales como carne, pescado o legumbres para completar su dieta, todavía combinándolas con la leche materna o de fórmula.

Con su mejor intención, algunos padres se resisten a dejar las papillas y empezar con alimentos sólidos porque temen que:

su bebé no coma lo suficiente;
su bebé no sea capaz de masticar la comida, aunque sea blanda, con sus encías sin dientes;
su bebé se atragante o,
simplemente, los padres disfrutan alimentando a su bebé con cuchara.
Razones como éstas llevan a los padres a dar papillas a los niños durante más tiempo del recomendado.

Los cereales y las papillas sólo son necesarios durante unos meses en que los bebés aprenden a ingerir alimentos sólidos. Los niños necesitan aprender a controlar el movimiento de la lengua para poder llevar la comida desde la parte frontal al final de la cavidad bucal y así poder tragar correctamente; las papillas tienen la consistencia perfecta para ayudarles a adquirir esta destreza. El paso siguiente consiste en que acepten comida sólida y aprendan a masticarla con las encías antes de tragarla. Esta transición natural que va desde tragar alimentos licuados (papillas) a trocear comida blanda (masticando) ayuda a preparar a los niños para que luego puedan alimentarse por sí mismos.

En cambio, continuar dándoles papillas en lugar de alimentos blandos troceados podría tener efectos no deseados. En algunos casos, pueden darse los siguientes problemas:

Los bebés adoptan un papel pasivo en la alimentación, porque los padres se encargan de darles comida con una cuchara, lo que puede interferir en las respuestas naturales del niño a las sensaciones de hambre y de saciedad.
Los bebés no aceptan fácilmente alimentos con diferentes texturas, porque están acostumbrados a la consistencia uniforme de las papillas, no al tacto diferenciado de cada alimento.
Los bebés se pueden atragantar si están habituados a tragar de una vez todo lo que se les da, sin masticar. Muy al contrario, deben aprender a masticar antes de tragar.
Los purés pasan a través del estómago más deprisa que los alimentos sólidos porque ya están triturados y mezclados antes de ser deglutidos. Esto puede llevar a los niños a volver a sentir hambre muy deprisa y estresarse pensando en cuando se les dará la siguiente comida.
Para evitar que tu bebé tenga estos u otros problemas relacionados con la alimentación, recomiendo ir sustituyendo gradualmente las papillas por alimentos sólidos pero blandos, tan pronto como tu bebé tenga facilidad para mover la comida hacia el final de la boca y tragar. Esto normalmente ocurre entre los seis y los ocho meses de edad. Una vez que el bebé domine esta destreza, puedes empezar a darle algunos de los alimentos que os gusta tomar en casa al resto de la familia. Por ejemplo, puedes darle fruta bien cocida, aplastada o triturada (no licuada), patatas cocidas desmenuzadas con tenedor, arroz muy cocido, o incluso cereales secos sin harina de trigo del tipo Cheerios, partidos en dos y mezclados con leche (maternal o de fórmula).

Para cuando tienen entre siete y 10 meses, la mayoría de los bebés ya son capaces de comer verduras cocidas bien partidas, frutas cocidas o en conserva, queso, legumbres machacadas, tiras de pan tostado, galletitas crujientes o cereales de tipo desayuno, a la vez que siguen combinando con leche materna o de fórmula. Cuando alcanzan entre nueve y 12 meses de edad, los bebés ya pueden comer alimentos cocinados y troceados, así como alimentos crudos a trozos si son blandos, como los plátanos o fresones, carnes tiernas picadas, platos de pasta (con la pasta partida), cereales secos, pan tostado, galletas tipo crackers, huevos y queso, además de la leche, materna o de fórmula. Estos cambios de dieta progresivos irán preparando al bebé para que, hacia el primer año de vida, sea capaz de comer todos los alimentos blandos que se sirven en la mesa durante las comidas familiares. Eso sí, es importante evitar alimentos con los que los pequeños puedan atragantarse, como uvas enteras o rodajas de embutido. Todavía será necesario partir la carne a trozos muy pequeños pero la leche materna o de formula puede ser ya sustituida por leche entera pasteurizada.

Si dejas a tu bebé crecer y ajustas sus hábitos alimenticios durante el primer año de vida, al nivel que su nivel de desarrollo permita, lograrás que tolere y que le gusten una gran variedad de alimentos, lo que a su vez le permitirá llevar una dieta saludable. También aprenderá a tener mayor control sobre la cantidad ingerida, para que su cuerpo tenga alimento suficiente y quede saciado entre comidas. Ayudar a tu bebé a cambiar de las papillas a los alimentos sólidos es una manera ideal de contribuir a su crecimiento y a su desarrollo.

Fuentes:

Satter, E. (2000). Child of mine: Feeding with love and good sense [Alimentar con amor y sensatez]. Boulder, CO: Bull Publishing Company.

Swarzenberg, S. Georgieff, M. & Committee on Nutrition. (2018).  Advocacy for improving nutrition in the first 1000 days to support childhood development and adult health [Defensa de la mejora de la nutrición en los primeros 1000 días como apoyo al desarrollo en la infancia y la salud en la vida adulta]. Pediatrics 141(2), doi: 10.1542/peds.2017-3716.

World Health Organization. (2003). Feeding and nutrition of infants and young children: Guidelines for the WHO European Region. [Alimentación y nutrición de neonatos y niños pequeños: Líneas maestras de la OMS para la región Europea.]. Denmark: WHO Region Publications

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Sobre la Instructora
Paternidad Proactiva
Dra. Deanna Marie Mason PhD
Mas de 20 años de experiencia clínica ayudando a familias: Licenciada en Enfermería, Máster en Práctica Avanzada de Enfermería: Pedriatric Nurse Practitioner y Doctorado (PhD) en enfermería. Profesora universitaria, especialista en educación del paciente, investigadora pediátrica, colaboración con publicaciones científicas internacionales de primer nivel, actividad filantrópica continuada relacionada con la promoción de la salud y el bienestar, esposa y madre de dos hijos.

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