¿Qué significa educar en valores?

¿No sería estupendo criar niños y niñas que comprendieran realmente lo que es importante para su familia y actuaran en consecuencia? ¿No os gustaría tener hijos amables y bien educados que se portaran bien incluso cuando no hay adultos delante? ¿Imagináis tener hijos que se sintieran tan seguros del cariño de sus padres que recurrieran a ellos sin dudar cuando tuvieran problemas, se sintieran dolidos o necesitaran apoyo?

¿Os parece imposible? Pues no lo es. Los niños educados en valores pueden llevar a cabo todas esas tareas y muchas más. Los valores son lo que usamos los humanos para decidir qué está bien y qué está mal, lo que es importante en la vida y lo que significa ser buena persona. Los niños educados en valores se crían con mensajes claros acerca de los valores de su familia y, de esta manera, pueden aprenderlos y después aplicarlos en sus propias vidas.

Dicho claramente, los niños educados en valores son capaces de comprender lo que hacemos, lo que decimos y cómo nuestra manera de comportarnos refleja aquello en lo que creemos. Esto supone que los niños educados en valores son más propensos a comportarse de la misma forma, tanto delante de sus padres u otros adultos como cuando están solos. Estos niños usan los valores que han aprendido para regir su comportamiento y ven sus propias acciones como una representación de lo que son y de aquello en lo que creen.

Educar en valores no es tan complejo como podría parecer. Los valores se aprenden a partir de un conjunto coherente de límites y disciplina que no cambia a lo largo de la infancia y adolescencia. Los límites y la disciplina expanden su campo de acción poco a poco, a medida que los niños crecen y se desarrollan, para adaptarse a su creciente nivel de desarrollo y contextos sociales cada vez más amplios (desde la familia al colegio, pasando por los distintos grupos sociales en los que interactúan, hasta el mundo exterior). Con el tiempo, los niños aprenden a usar los límites y la disciplina como base para tomar sus propias decisiones sobre lo que está bien y lo que está mal, o sobre lo que deben hacer o evitar hacer.

Muchos padres creen que sus hijos saben cómo comportarse y cuáles son las normas de la familia. Sin embargo, no tantos padres hablan explícitamente con sus hijos sobre sus expectativas en cuanto al comportamiento de éstos, ni enumeran claramente cuáles son las normas que rigen en la familia. Y pocas son las familias que hablan abiertamente de valores. A menudo los padres esperan a que los niños hagan algo que les irrita o les parece mal para corregirles y mostrarles el comportamiento correcto. En esos casos, a los niños se les deja hacer lo que quieran mientras no crucen el umbral de tolerancia de sus padres. Esto no proporciona a los niños una base suficiente para identificar los límites de ese umbral o comprender por qué su comportamiento resulta molesto o inapropiado. Es más, su confusión crece todavía más cuando resulta que el umbral de tolerancia cambia según el día (dependiendo de si es un día festivo o entre semana), el lugar (en casa o en un restaurante) o quién esté presente en ese momento (mamá o papá).

Educar en valores requiere, para empezar, hacer una selección clara de los valores concretos que vamos a seguir, así como implementar unos límites y una disciplina para sustentar dichos valores. Para ver ejemplos de la amplia variedad de valores entre los que los padres pueden elegir, podéis visitar mi artículo del blog titulado ¿Cómo saber qué valores son adecuados para tu familia? ¡Empieza por aquí!

Para educar a nuestros hijos en valores, los padres debemos:

  • Seleccionar aquellos valores que son importantes en nuestra familia
  • Dar ejemplo de los valores elegidos
  • Enseñar esos valores a los niños de manera coherente, mediante límites claros y disciplina
  • Permitir a los niños que, en la práctica, vayan regulando su comportamiento para ajustarlo a los límites y la disciplina requeridos.

Esta práctica, con el tiempo, lleva a la interiorización de los valores y empieza a guiar el comportamiento de los niños de manera automática. El conocimiento de lo que está bien y lo que está mal, o qué acciones son apropiadas y cuáles no, da a los niños la confianza necesaria para evaluar cada situación y elegir su propio comportamiento, de acuerdo con los valores imperantes en sus familias. En última instancia, esto contribuye al desarrollo saludable de la autoestima y el autocontrol de los niños y niñas.

A medida que los niños maduran, los valores que ponen en práctica a través de los límites y la disciplina establecidos se interiorizan y pasan a formar parte de la imagen que tienen de ellos mismos como personas. Los valores se convierten en principios rectores que ellos usan para evaluar situaciones, tomar decisiones y escoger las acciones a emprender. Cuando esto ocurre, los niños se sienten con los pies en la tierra y seguros de sí mismos porque tienen una base sólida sobre la que elegir la mejor opción. No les distrae ni la situación en sí misma, ni quién esté delante, ni dudan acerca de qué es lo importante en ese momento. Por el contrario, saben lo que está bien y lo que está mal, identifican lo que es importante para ellos y son capaces de expresar esas ideas a los que están a su alrededor de manera respetuosa.

Más importante aún: educar en valores crea en los niños vínculos profundos con sus familias. Cada miembro de la familia comparte un entendimiento común de lo que significa vivir bien y todos disponen de los mismos recursos para gestionar los buenos y malos momentos. Con esta visión compartida a nivel familiar, es más fácil que los niños y adolescentes recurran a sus padres en momentos de ansiedad o indecisión, porque saben que éstos van a reaccionar positivamente y a ayudarles. Incluso, aceptarán el mayor conocimiento de la situación por parte de sus padres, porque toda la familia va a encarar el asunto desde la misma perspectiva. Todos estos factores, en conjunto, crean un espacio de confianza y de entendimiento.

Educar en valores es esencial para crear un entorno familiar cálido en el que los niños crezcan saludables y felices. Más aún, los niños educados en valores recurrirán sin dudar a sus padres en momentos duros o cuando tengan problemas, para encontrar en ellos el consuelo y la ayuda que necesitan. Merece la pena invertir el tiempo que sea necesario para educar en valores.

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Sobre la Instructora
Paternidad Proactiva
Dra. Deanna Marie Mason PhD
Mas de 20 años de experiencia clínica ayudando a familias: Licenciada en Enfermería, Máster en Práctica Avanzada de Enfermería: Pedriatric Nurse Practitioner y Doctorado (PhD) en enfermería. Profesora universitaria, especialista en educación del paciente, investigadora pediátrica, colaboración con publicaciones científicas internacionales de primer nivel, actividad filantrópica continuada relacionada con la promoción de la salud y el bienestar, esposa y madre de dos hijos.

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