La edad ideal para hablar con nuestros hijos sobre los anticonceptivos

Enseñar a los niños a utilizar los nombres correctos para referirse a sus genitales desde pequeños puede eliminar el estigma negativo relacionado con la sexualidad, darles confianza sobre sus propios cuerpos y reducir el riesgo de abuso sexual al evitar que se convierta el cuerpo humano en un juego o un juguete1,2. Además, si enseñamos a los niños que sus cuerpos son privados y que sólo pueden ser vistos por sus padres o por el médico, les haremos ver la importancia que tiene su cuerpo y les estaremos ayudando a decidir qué es bueno y qué es malo para su cuerpo.

Los padres pueden empezar a hablar con los niños sobre el cuerpo humano muy temprano. Hablar del origen de los bebés de manera clara y honesta desde los primeros años en los que surge la pregunta es muy útil a la hora de preparar el camino para conversaciones más elaboradas. No hace falta entrar en mucho detalle. Simplemente con respuestas factuales podemos rebajar el grado de misterio y abrir puertas a conversaciones futuras.

A medida que los niños van creciendo podemos continuar con la educación sobre el respeto a su cuerpo comentando con ellos los casos de sexualidad explícita o hipersexualización que vemos todos los días a nuestro alrededor. Hablar con los niños, con un lenguaje apropiado a cada edad, sobre los mensajes explícitos que vemos en videos musicales, anuncios, programas de televisión y en vídeos, memes y redes sociales en Internet les ayudará a entender que lo que ven en esas imágenes no es lo que nuestra familia considera apropiado ni está de acuerdo con nuestros valores. Estas imágenes se pueden utilizar para educar tanto a niños como a niñas. Poco a poco los niños se acostumbran a cuestionar los mensajes que reciben, a consultar con los padres cuando ven algo que no está de acuerdo con los valores que les enseñan en casa y, con el tiempo, aprenden a tomar sus propias decisiones en relación con imágenes de contenido sexual explícito.

Por último, durante la adolescencia, cuando los jóvenes son más independientes, los padres deben hablar directamente con ellos sobre los riesgos de tener relaciones sexuales y sobre las alternativas que tienen a su disposición si deciden tener relaciones sexuales para reducir los riesgos que pueda tener en su salud física, mental y emocional y en su vida social. Está demostrado que una buena relación entre el adolescente y sus padres y en especial entre las chicas con sus madres, previene las relaciones sexuales tempranas, ayuda a retrasar la edad de iniciación sexual y promueve prácticas sexuales más seguras como el uso de preservativo o la precaución ante infecciones3.

Si los padres han educado a sus hijos sobre el respeto a su propio cuerpo y al de los demás será mucho más fácil entablar la conversación sobre los métodos anticonceptivos. Las conversaciones sobre anticonceptivos deben empezar antes de la menstruación en el caso de las niñas y de la pubertad en el caso de los niños. Se trata de conversaciones en tono educativo sobre la capacidad del cuerpo humano de tener bebés, la atracción sexual entre personas y los cambios físicos del cuerpo. Sería algo así: “Una vez que tengas la regla/que empieces la pubertad podrás tener hijos y tu cuerpo tendrá reacciones que aunque ahora te suenen extrañas luego te parecerán muy naturales. Afortunadamente vivimos en una época en la que tanto hombres como mujeres pueden decidir cuando quieren tener bebés. Cuando llegue el momento hablaremos de las alternativas que existen”.

Más adelante, cuando los adolescentes salgan habitualmente o tengan una pareja, es el momento de hablar sobre los métodos de protección contra embarazos y enfermedades de transmisión sexual. 

¿Cómo debería desarrollarse la conversación sobre sexo y anticonceptivos?

Es importante tener en cuenta que hablar con hechos consumados puede resultar intimidatorio para los chicos y además es contraproducente. La clave es respeto mutuo, confianza, paciencia, privacidad y tiempo para explorar los sentimientos del adolescente sin juzgar. Los padres deben crear un entorno seguro donde el hijo o hija se sienta a gusto conversando con ellos de este tema.

Por ejemplo, es mejor preguntar “¿Cada cuanto tienes relaciones sexuales?” que “¿Estás teniendo relaciones sexuales?”. En la primera opción, damos por sentado que el joven es activo sexualmente y por lo tanto puede contestar la pregunta diciendo la frecuencia o simplemente diciendo que no tiene relaciones. La segunda alternativa da por supuesto que el joven no es activo sexualmente por lo que le obligamos bien a mentir o bien a admitir que efectivamente está teniendo relaciones. La primera alternativa es más fácil para el chico o chica y permite abrir una conversación. En el segundo caso exigimos una confesión y levantamos una pared entre los padres y el hijo.

Los padres deben empezar con este tema mucho antes de lo que creen y revisitarlo con frecuencia. En los momentos en los que una película, programa, o video clip haga referencia a la sexualidad, los padres pueden aprovechar la ocasión para informar y educar sus hijos. El respeto por tu propio cuerpo y por el de los demás debe ser un tema de conversación constante que se mezcle con otras partes de su educación. La sexualidad no debe ser un tema tabú. La sexualidad forma parte de la esencia de cada persona y debería abordarse, de manera adaptada a cada edad, durante la niñez y adolescencia. Si evitamos el secretismo entorno al sexo, fomentamos que los niños se dirijan a adultos de su confianza en búsqueda de consejo y ayuda.

Muchos adolescentes conocen los anticonceptivos que existen, pero se arriesgan con la marcha atrás. ¿Cómo concienciarles para que no lo hagan?

Como hemos dicho antes, el egocentrismo propio de los jovenes hace que vivan el momento y no se preocupen de las consecuencias a largo plazo de sus actos. Por eso, cuando los adolescentes están comenzando a ser sexualmente activos, se guían por sus instintos y deseos, sin prestar atención a las consecuencias (enfermedades de transmisión sexual, embarazo o estigmatización social). Una buena manera de aumentar las probabilidades de que usen anticonceptivos correctamente es hablar con ellos antes de que se encuentren en estas situaciones irreversibles, intentar solucionar algunos problemas antes de que aparezcan y ayudarles a salir de situaciones de riesgo en las que se ven obligados a hacer algo que no quieren.

Como padres, lo único que podemos hacer es facilitarles las herramientas. Son ellos los que tienen que estar lo suficientemente motivados como para usarlas. Para inculcarles que hay que pensar antes que actuar y así permitirles la transición entre la adolescencia y la edad adulta, tenemos que comunicarles los valores familiares y las expectativas que tenemos y debemos ayudarles a entender que algunas veces las consecuencias de sus acciones no son reversibles.


Referencias:

1 Finer, L. B., & Henshaw, S. K. (2006). Disparities in rates of unintended pregnancy in the United States, 1994 and 2001. Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 38(2), 90-96.
2 Wurtele, S.K., Melzer, A.M., & Kast, L.C. (1992). Preschoolers’ knowledge of and ability to learn genital terminology. Journal Of Sex Education And Therapy 18(2), pp. 115-122.

3 Nogueira Avelar e Silva, R., van de Bongardt, D., van de Looij-Jansen, P., Wijtzes, A., & Raat, H. (2016). Mother– and Father–Adolescent Relationships and Early Sexual Intercourse. Pediatrics 138(6), e-pub ahead of print: DOI: 10.1542/peds.2016-0782

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Sobre la Instructora
Paternidad Proactiva
Dra. Deanna Marie Mason PhD
Mas de 20 años de experiencia clínica ayudando a familias: Licenciada en Enfermería, Máster en Práctica Avanzada de Enfermería: Pedriatric Nurse Practitioner y Doctorado (PhD) en enfermería. Profesora universitaria, especialista en educación del paciente, investigadora pediátrica, colaboración con publicaciones científicas internacionales de primer nivel, actividad filantrópica continuada relacionada con la promoción de la salud y el bienestar, esposa y madre de dos hijos.

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